Ayer domingo, muy prontito por la mañana, te fuiste. Si es que siempre has sido muy madrugador. Algo se me ha roto y no creo que se pueda pegar, pero ya sabes que no te tienes que preocupar porque también estoy contenta porque ya estás tranquilo además de estar muy orgullosa de poder decir bien alto que soy tu hija. Yo creo que te dije lo más importante, el resto ya lo sabes de sobra pero por si acaso ahí van algunas cosillas.
Gracias por haber luchado tantísimo estos cinco meses y medio, a pesar del sufrimiento tan grande que has tenido, porque sé que hubieras tirado la toalla hace mucho tiempo y seguiste intentándolo por nosotros.
Gracias porque toda la vida has sido para mi un ejemplo de esfuerzo, superación, humildad, constancia y trabajo.
Gracias por las monumentales broncas que me has echado, la mayoría merecidas, porque me han ayudado siempre a esforzarme e intentar ser mejor persona.
Gracias por haberme querido tanto, aunque no me lo dijeras con palabras, que para eso eras un poco seco, me lo demostrabas siempre.
Gracias por haber estado siempre ahí aconsejándome, cuando surgió alguna duda, en decisiones importantes, en encrucijadas de la vida,... ¿cómo conseguías acertar siempre?.
Te has ido muy pronto papá, nos han quedado muchas cosas por hacer, muchos días de oficina, muchas tardes de tertulias y risas. Ahora tendré que aprender a vivir sin tí, y entrar en tu casa y no verte leyendo el periódico o un libro en el sofá, ni oir tus comentarios ingeniosos, ni un sinfín de pequeños detalles tan tuyos... ¡qué dificil va a ser! Todavía me tengo que hacer a la idea pero bueno, ya te iré contando.
Un millón de besos, te quiero muchísimo papá.
(Si alguien quiere saber algo más de él puede hacerlo aquí, aquí o aquí)